Es una situación poco frecuente pero cuando ocurre suele ser motivo de gran alarma. La causa siempre es un traumatismo.
Aunque es imposible garantizar el mantenimiento de por vida de un diente avulsionado, un tratamiento adecuado y “a tiempo”, puede aumentar al máximo las posibilidades de éxito.
¿Cómo actuar si nos encontramos en esta situación?
Si es posible el diente ha de ser reimplantado (colocado en su lugar) inmediatamente, bien en el lugar del accidente o en urgencias. Si estuviera contaminado habrá que lavarlo con suero fisiológico o, en su defecto, con agua, teniendo cuidado de no tocar la raíz, y reimplantar seguidamente. Para colocarlo en su posición correcta, es conveniente fijarse en el diente adyacente.
Una vez reimplantado, el diente tenderá a salirse de nuevo. Para evitarlo, el acompañante o el propio niño tiene que sujetar el diente presionando.
Si no se puede reimplantar (o no nos atrevemos) debemos colocar el diente en el mejor medio de transporte disponible: leche, suero salino, saliva o incluso agua en caso de no disponer de ninguno de los anteriores.
A continuación, inmediatamente, se debe acudir al odontólogo u odontopediatra para que realice la ferulización (fijación del diente en su lugar) si el diente ha sido reimplantado o para reimplantar y ferulizar.
El pronóstico se complica tras una hora, de ahí la urgencia de actuación.
Muy importante:
- No se deben reimplantar dientes temporales avulsionados.
- Si el diente avulsionado es permanente, es fundamental mantenerlo en boca hasta los 18 años a fin de conservar el espacio y el hueso de la zona para que la sustitución de dicha pieza por un implante futuro sea adecuada. Por ello hay que reimplantar siempre aunque todas las condiciones sean desfavorables. Si no se conserva el diente hasta esa edad, se producirá una pérdida ósea y de espacio muy importante, comprometiendo el éxito de la sustitución de dicha pieza por una prótesis implantosoportada.
